viernes, 4 de julio de 2014

Firewall : La "Anti".

Vida sana - Vs - La Calle. Club Ferrocarrill Oeste, Buenos Aires. Alyxandria Faderland.
Llevo la contra como estandarte como dice la canción. Y si, Salí ANTI. Anti ídolos populares (la mayoría me producen vergüenza ajena cuando no directamente asco), anti deportes, anti… anti lo que me quieran imponer como tendencia o cosa que tengo que hacer o ser devota.

Así, con muchas cosas que la mayoría sigue en manso rebaño los dictados del siempre esquivo de identificar ‘mercado’, los  que no seguimos este camino entramos en la categoría de lobos esteparios –me cacho en vos, Hesse- que nunca miró el Animal Planet para enterarse que los lobos son animales muy gregarios; o en la no menos florida categoría más odiada de ‘ANTI’.
Y en eso, también cae el futbol. Sin que me lo metan por las narices, ya tiende a dormirme…. No tiene la agilidad y la velocidad del básquet, no se practica en ceñidas zungas como los deportes acuáticos y los partidos se ven en la TV como si fueran muñequitos que no permiten ver las facciones –por suerte, a veces- de los jugadores. Nada que atraiga, no hay misterio, suspenso, épica, vértigo (salvo en las palabras que meten los comentaristas y publicistas para venderlo); no es raro que en 10 minutos o menos en esos pesados días porteños para que  me esté degollando a bostezos o dormitando con ganas de matar a los que hablan del juego soporífero como si estuvieran viendo cómo convertir una piedra en oro.
En general el año transcurre sin que me moleste, pero ahora cada cuatro años tenemos un bombardeo por el cual hasta el planeta Tierra debería dejar de girar. Si en los tiempos clásicos eran los Juegos Olímpicos, ahora es el Mundial de Futbol que no tiene siquiera a su favor el hacer cesar los conflictos bélicos como hacían los primeros porque tranquilamente pueden seguir  los bombardeos sobre los que miran lejanos partidos de ídolos que cobran fortunas en recónditas trincheras, ni molesta para nada verlo en un soporte portátil mientras se dispara un arma sin piedad.
Sin piedad también machaca cerebros para que el público mayoritariamente masculino se apoltrone a echar panza y ver todos y cada uno de los cotejos, las repeticiones, con una tanda publicitaria machacona, redes sociales y hasta invadido el privadísimo mail con consignas que de tan machistas dejan hasta mal parados a los hombres.  Antes de correr a encerrarme en un convento de clausura o conquistar una isla lejana, se me ocurrió poner a prueba un firewall: fuego contra fuego. Practicado en un partido de primera B pareció funcionar cuando grite con toda la bronca que me dan las imposiciones la palabra Gol y me le colgué del cuello  y casi trepo al masculino acompañante atenazándolo con las piernas. Con mi peso no le rompí la columna pero con mi voz le debo haber destrozado un tímpano o mínimamente provocado una pérdida de audición. Si, pidió piedad sin entender porque bailaba la danza de la lluvia en el medio del living. Y con horror comprobó que estaba lista la camiseta de la Selección Nacional, la bandera y otros artilugios, incluyendo la gata, firme frente a la pantalla. De solo pensar que le esperaba un mes con alguien que no pensaba mover un dedo en la cocina para no  perderse el fenómeno (para eso está el delivery)  lista  a criticar el color de las camisetas, putear al árbitro, a su madre, al lineman, mirar a la selección del país y de los países de mis amigos, vecinos –justo que vivo en un barrio multirracial donde se pasean de kipá y se vende carne árabe- y encima babearse con los muchachos buenos mozos que la cámara enfoque, no demoró en  batirse en retirada, comentando lo bien que lo íbamos a pasar por mi casa.
No es unirse si no puedes vencerlos, es lo último que se le ocurrio a esta Anti…. Porque hasta que al más macho de los machos se le ocurra pensar que un auténtico macho alfa –poderoso, con guita, influencia y medios- lo está teledirigiendo para que haga lo que él quiere, como decía mi abuela, para eso va a haber pajaritos nuevos….