lunes, 1 de septiembre de 2014

Mala pata: Nota denegada.

Era sabido que algunas cosas poco van a durar: es que en este caso corro con todas las deventajas: soy civil, soy escritora, investigadora y como flor que le falta al ramo: mujer. Demasiado para una pagina institucional del Buque Escuela argentino, que mas de uno se encontró pensando ¿Qué se tomó esta mujer para escribir esto? Es que se me ocurrio presentarles a la escritora estrella de habla hispana felina, sin confesar que por estricta prescripcion medica me desayuno con .... Opio y casi mato a la Comisión Directiva de un soponcio...

Permítanme presentarme,  soy Miss Lizzie Crabb  - y perdón por la falta de modestia-  soy una gata con  algo de ascendencia de los Bosques de Noruega, pensadora,  una pata literaria con peso propio, tengo grado de grumete de goleta (aunque lo más profundo que conozco es la bañera de mi casa) y soy  ferviente defensora de los derechos de los míos. Y me gusta la historia, tengo a quien salir…  
Hecha la presentación, les planteo algo. Animal. Yo. Ustedes. Usualmente la palabra animal se usa para definir a una persona grosera o mal educada; decir de alguien que es un caballo para referirse a alguien bruto o inculto y sobran animales para referirse a las chicas que venden besos por cuenta propia o en un burdel.
Nadie diría que los nombres comunes  de estos nobles animales se usan como un adjetivo calificativo honorable, sino más bien todo lo contrario. Nunca mejor dicho, como  VULGAERT FOMAEMELSER  (creo que se entiende ¿no? Ah, ¿no?. Bueno. Vulgares insultos). Sin embargo tenemos intacta  nuestra dignidad y nuestra animalidad, a pesar de los insultos los hemos acompañado en todas, en las buenas y en las malas.

Pero como esta es una página dedicada al mar, se me ocurre traerles  a la memoria a aquellos que también han surcado las aguas anotados como simples mercaderías, sin los cuales no hubieran ido muy lejos: por supuesto, mis congéneres.
En épocas de bellos barcos a vela, sin equipos frigoríficos donde la comida se deterioraba rápidamente,  los animales viajaban en pie, con una esperanza de vida que no iba más allá de la próxima comida. Se cargaban animales para consumo durante la travesía y su ingesta estaba regulada según la duración del viaje, los vientos y demás contingencias. Las provisiones ‘de la comida’ no se medían con la misma vara que para los humanos, el agua era un bien valiosísimo, y es de imaginar a quien se la regatearían primero además de ser siempre poca: es que además de espacio, se necesitaba que el bicherío no hiciera  gran cantidad sus necesidades fisiológicas. Si bien hasta los humanos… apestaban, con semejante bouquet de aromas, la tradicional alarma de haberla dado nosotros con nuestro más fino olfato hubiera sido ‘Se huele navío’.
Los pobres pollos, gallinas, patos que tenían la suerte de viajar en cubierta con más aire pero soportando las inclemencias del tiempo, distintas clases de  ganado en los sollados, se mantenían con vida mientras siguieran produciendo otras clases de alimento. Dejar de poner huevos  a una gallina le auguraba un seguro destino de olla, o dejar de dar leche por mala alimentación a una vaca le sellaba el pasaporte para ser asado, guisos y todos los platos que pudiera servir. MEGET SMERTEFULDE....o muy triste.
Los caballos, no son toscos, son tan educados que además de ser entrenados durante eras como medio de transporte, locomoción, tiro, herramienta agrícola, y hasta comida en épocas de MAGERT (vacas flacas). Para mucho señorón era un honor pertenecer a la caballería y no a la infantería (viles humanos que iban sobre sus patas nomas) y si tenía que viajar consideraba un equipaje más a su equino, que debía refrenar sus instintos de salir a todo galope de una estructura que se movía, y debía dominar su mareo, su miedo al miedo, a los embates de las olas sobre sus lomos, e ir en pos de la conquista de nuevas tierras y reproducirse…. ¡pero que no se le ocurra hacerlo en el viaje! Nadie quiere los devaneos de una dama equina ni los celos enloquecedores de los caballeros, de modo que las yeguas  fueron las segundas –históricamente hablando- en probar un DIU. Antes de abordar, en el cuello uterino se les colocaba una piedra de tamaño adecuado junto con una pasta de hierbas que trataban de impedir la infección, sellando cualquier intento de dar vida durante el viaje, o que se apararearan con un caballo por debajo de su estirpe.
Ni gusanos ni ratas se salvaban de  ser comida, ni por andar en las sombras o en recovecos, siendo las últimas hasta casi un manjar. Nosotros supuestamente, como nos fue poco con la persecución por  brujería -como se definió durante mucho tiempo al conocimiento o lo que no se entendía- viajamos por los siete mares con la intención de mantener un nivel de ratas mínimo, en barcos mercantes u otra vez los acompañamos AF DER GODE ELLER DARLIGE (por las buenas o las malas) y todos los ANIMALES juntos  nos hemos asomado al peor de los abismos, y hasta hemos dado un paso más allá del borde metiendo patas, garras, cascos para zambullirnos en ese Averno llamado KRIG: guerra
Fragata danesa de guerra. Lleva enarbolado como bandera Dannebrog.

Desde donde el tiempo se torna neblina difusa, pusimos nuestras patas on board en las primeras naves y navegamos ganando nuestro sustento en ratas y sobras de comida. Aprendimos a trepar por mástiles desde antes de los mercantes fenicios de larga distancia,  hasta los magníficos navíos de tres puentes.  Nosotros tenemos toda una historia arriba de las olas, más experiencia que un almirante, trepamos por los palos con más gracia y elegancia que los gavieros, dimos clases de como caminar sobre las vergas, FORESTIL DEM (imagínense) éramos parte de la dotación y según la tradición era augurio  de la peor suerte hacerle daño a un gato marinero. Es más, cuando un barco iba a ser hundido o apresado, durante la guerra con ese tal Napoleón, junto con lo que  no deseaban que fuera atrapado por el enemigo, se arrojaban también al agua  en cajas que flotaran los gatos. El buque perseguidor los recogía junto con los enseres que lograra salvar en semejante pelotera. Eso si había suerte y tiempo, de lo contrario, allá íbamos todos juntos a cantar con las sirenas, o aun sin que mediara amenaza alguna si simple y llanamente algún ignoto bajel se hundía....

Curiosamente ningún pintor nos retrató a bordo, ni un soberbio navío con toda su tripulación animal sin importar el número y el tipo de patas, porque sería digno de ver un barco que navega en solitario y debe apañárselas como puede, o no estimaron suficientemente artístico los barcos de suministros de los convoyes, arcas de Noé cargados de marinos con destino de  futura comida . Alguien debería reconocernos el mérito a todos aquellos que desde una modesta marmita u horno contribuyeron con lo más valioso que tenían su vida y su cuerpo, para alimentar las anisas de explorar, de conocer, de superarse del ser humano nutriendo a  incontables  generaciones de marinos. ¿Carece de sentido recordarnos? ALDRIG.. Nunca. Nuestra integridad (como la de los humanos), quizás no sea gran cosa, una minúscula burbuja, pero dentro de esa minúscula burbuja, somos libres, y por pequeña y frágil que sea, es algo que no debemos perder, dejar que nos la compren, nos la roben, nos la quiten, porque solo en esa pequeña burbuja, somos libres. (de V, de Vedetta), frase a la que adhiero con todas mis patas.

Y con esa integridad, los hemos acompañado, mal o bien, obligados o libres hasta el mismo infierno y sin embargo muy pocos recuerdan las batallas que peleamos por ustedes. Insisto, dentro de mi burbuja de integridad felina, BEAERET OVER AT VAERE DYR. Honrada de ser animal.

Ilustraciones: Miss Lizzie Crabb, gata literata.
Pintura de los Roux: Corbeta de guerra danesa. ¿Cómo lo sé? Fácil, lleva enarbolada la "Daaenbrog", bandera de guerra de este país, que tiene la particularidad de tener tres banderas.