Dama de verde * Magalí Gómez * Argentina. |
Con el hilo de voz, el susurro apenas audible que me dejó la bronconeumonía, casi como una voz de lejano augurio, oí mi definición:
- No sé si te has dado cuenta que para mí, todo pasa por las manos. Estar haciendo algo con ellas. Darle vida a las cosas.
La mirada de interrogación, de un ¿queeeé? (nadie me ha visto mucho escoba en mano, y el chiste es que necesito el CD de instalación para el trapo de piso) daba para ahondar. No tenía ni aire en los pulmones ni voz para aclarar que me aburren sobremanera, me cansan y me agobian antes de empezar las cosas repetitivas, las tareas del hogar -lo cual no significa que sea intrínsecamente mugrienta y viva en un basurero- la limpieza, el cocinar por obligación antes que por placer, en síntesis: aquellas cosas que ni bien están hechas ya están condenadas de antemano a un también cotidiano olvido.
Pero ante la aclaración, tomé aire y aclaré.
- Por si no se han dado cuenta, mi vida pasa por las manos. De este hilo- señale un resto de hilo que rondaba por ahí- darle vida en un abrigo para el cuello, un bordado que resignifique una prenda.
- Amasar el barro, convertirlo en arcilla, en cerámica, en una obra para alguien.
- Escribir, enlazar palabras, formar un texto, una historia.
- Pintar en plano o en 3D, sacar una foto: una imagen que perpetúe el momento, retocarla, sacar lo mejor de ella.
- Leer viejos documentos, archivos, encontrar hechos sepultados en el tiempo, sacarlos a la vida.
Un gesto de asentimiento coronó el último aire y susurro de voz, antigua, ancestral, de cuerdas tensadas como un arco por el esfuerzo.
Siempre le di mucha importancia a la cabeza, pensé luego, nunca me habia detenido a pensar que todo lo que ella urdía, lo terminaban realizando ese par de pinzas al final de mis brazos: pequeñas, de dedos largos, no muy fuertes, con una muñeca de un diametro de niña, habían probado tantas cosas.
Cosas destinadas a permanecer, a burlar de cierta forma el olvido.
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