En la cama y en la carcel.

Quizas mis cartas credenciales no sean las mas academicas, pero es lo que me viene a la memoria ahora. De pasado dudoso, tumbero o carcelario que marcaban sus tatuajes con tinta china y poca arte, una flacura extrema de no estarla pasando bien, el pelo corto, y la ropa prestada sin duda que pese a intentar verse con su mejor aspecto la hacia parecer disfrazada, la mujer de un preso me miro con sus ojos oscuros como si estuviera midiendome por dentro, y me regalo una frase que desde los quince años no he podido olvidar.

- A los verdaderos amigos ¿sabe? uno los reconoce  en la cama y en la carcel. -Debo haber puesto una expresion extraña porque la palabra cama me llevaba a la idea de sueño, descanso, mas que por otros senderos, de modo que tomando el bultito con algunos petates, aclaro:- en la cama de hospital, y aca- señalo con su dedo huesudo el paredon de una carcel de maxima seguridad, un dedo aun mas flaco por efecto de la tinta negra del tatuaje, a 'la hija de...' que no entendia que estuviera haciendole un favor mas flaco que su dedo.

A veces le damos facilmente el titulo de amigo a cualquiera, las redes sociales se / te lo dan automaticamente a cualquiera que le agrade la foto que elegiste para presentarte; y sin necesidad de ir por la vida por esos mares revueltos, mas que mar gruesa un mar pasando de espantoso a horripilante y recibiendo cañonazos por ambas bandas, sin tener la mas palida idea que rumbo llevas, va a ser cuando las papas quemen, cuando te quedes varado, que veas quien iza gallardete de amigo. Sin necesariamente tener orden de captura firmada por un juez, y alguna otra situacion mas que la flaca cuyo nombre se hizo humo como los cigarrillos que fumaba sin cesar,  las situaciones criticas se pueden reducir a problemas de dinero, legales y de salud o cama de hospital.

Si algo tengo que agradecer, son los amigos que la marea de la vida me ha traido; algunos ya no estan porque soltaron amarras de este puerto que es la vida, otros hicieron solo una parte del viaje pero ello no los hizo menos importantes que a otros, los que de recien avistados no dudan en ir al rescate. A todos y a cada uno de ellos, cuando la vida se juega en cada acometida de ola traicionera, no se ve el rumbo, te atacan por todas partes abriendote brechas hasta el alma, te ronden las aves negras de los letrados que nunca parecen traer buenas nuevas y la cama de hospital pasa a ser una realidad aterradora, a todas aquellas manos que te tienden es poco lo que pueda decirseles.

A todos ellos, en nombre de los mios -que ni los conocen de nombre quizas-, el de Miss Lizzie y el mio propio, a todos y cada uno de ellos, gracias.